Por Lic. Gretel Hernández – Federico Nicolás Ayala Handji

Es frecuente, tanto en la práctica profesional como en nuestros espacios en redes sociales, que los padres comenten la gran inversión de energía emocional que deben realizar en la crianza, ya que muchos de sus hijos superdotados tienen una tendencia a cuestionar tanto la información que reciben como aquello que se les pide que hagan.

Si un niño de 2 o 3 años puede hablar fluidamente y tiene argumentos lógicos como para defender su postura, es evidente que estas cualidades van a influir y ser determinantes en la relación con sus padres.

Es muy común que estos niños confronten las indicaciones que reciben de sus padres y desafíen su autoridad desde edades muy tempranas. Tenemos aquí un cóctel explosivo: por un lado, sus argumentos tienen la intensidad de las emociones de un niño pequeño y, por el otro, se ven reforzados por la dificultad del niño para aceptar los puntos de vista de otras personas.

Aquí, no debemos olvidar el rol preponderante de una característica que, según la Dra. Linda Silverman (Directora del Gifted Development Center, USA), es el sello distintivo de la superdotación y forma parte de su definición: EL DESARROLLO ASINCRÓNICO. (The Columbus Group, 1991)

Una vez, una mamá expresó: “En algunas circunstancias, las actitudes de R.  son típicas de un niño de 4 años, que es la edad que tiene, pero, para mi sorpresa, en otros momentos su comportamiento se asemeja en madurez al de su primo de 14 años”.

Un papá, con gran desconcierto, comentó que su hijo de 6 años parece un adolescente por las formas en que lo enfrenta, con un nivel de razonamiento y discurso que casi puede emular al de un adulto, pero sus berrinches y ataques de ira se parecen a los de un niño más pequeño, ¡y todo al mismo tiempo!

Es natural que este comportamiento asincrónico resulte singular y sea difícil adaptarse a él, muchos padres desearían que sus hijos tuviesen una señal en la frente que indique cuál es la edad con la que están actuando en ese momento.  Estos vaivenes hacen que, para los padres, sea complicado de aceptar que, estos niños tan inteligentes y locuaces, en algunos momentos recurran a comportamientos más acordes a su edad cronológica para relajarse y sentirse seguros (jugar con muñecos de peluche, ver vídeos infantiles, etc.).

El desarrollo asincrónico puede confundir a los padres y es difícil de sobrellevar porque:

• la combinación de comportamientos es poco habitual en comparación con el niño promedio;
• es escasa la información que ayude a lidiar con ellos;
• el niño puede cambiar demasiado rápido entre el comportamiento adulto/adolescente/niño pequeño y la reacción de los padres queda rezagada;
• la intensidad emocional subyacente puede provocar sentimientos igualmente intensos en los padres;
• es inevitable que, a veces, los padres tengan remordimientos y se sientan culpables porque piensan que sus reacciones han sido demasiado vehementes, erróneas, exageradas.

Es importante transmitirles a los padres que son situaciones complejas y que ningún niño nace con un manual explicativo de estas conductas bajo el brazo ya que, internamente, pueden tener la sensación de que les están fallando a sus hijos por no tener recursos para responder al comportamiento extremo y  a  las emociones que conlleva.

Es imprescindible que los padres no se culpen a sí mismos por sentirse confundidos o perdidos, sino que valoren el hecho de que lo están intentando, no es que sean padres que no están a la altura de las circunstancias, sino que la situación es difícil en sí misma.

Debemos recordar que, sin bien muchas posibles soluciones también son aplicables a otros niños, en el caso de los niños superdotados las cuestiones se intensifican en demasía. Ten en cuenta estos consejos:

1. Muchas veces, tus propios sentimientos (ej. perplejidad y ansiedad por no saber cómo lidiar con la situación) reflejan las emociones tácitas de tu hijo. El niño exterioriza sus sentimientos y tú los captas sin darte cuenta de que lo estás haciendo. Esta información es útil porque te brinda una perspectiva del mundo de tu hijo en ese momento y puede liberarte de emociones que no eran verdaderamente tuyas, aunque te parezca raro.

2. Dale opciones para devolverle la sensación de estar en control. Para un niño pequeño y muy inteligente el mundo puede ser un lugar aterrador, por lo que, las decisiones que pueda tomar, aunque sean mínimas, pueden ayudarlo a sentirse un poco más tranquilo. Aquí, es clave que las decisiones sean reales, ej. no digas ¿vamos a por tu baño ahora?, si lo que quieres decir es: “ya es hora de que te bañes”. También deberían ser manejables, ej. para un pequeño podría ser divertido meter la manito en un cajón para elegir qué par de calcetines va usar ese día, pero no sería razonable pedir que elija todo su atuendo. Para brindar seguridad, es recomendable ofrecer opciones limitadas con un resultado que sea fijo, ej. te vas a vestir para ir al jardín de infantes, ¿te gustaría hacerlo ahora o después del desayuno?

3. Recuerda que los niños superdotados singuen siendo niños, por lo que, por más tentador que parezca, no es aconsejable entrar en el terreno de disputas verbales que son comunes entre adolescentes y padres, o involucrarlos en la toma de decisiones o discusiones en las que un niño tan pequeño no participaría normalmente.

Finalmente, sé consciente de que, aunque algunas veces te equivoques, no hay nadie que conozca mejor a tu hijo que tú. Aprender a tener confianza en este conocimiento, es fundamental para apoyarlo de la mejor manera posible.

Nos encantaría que nos comentes tus experiencias con estas cuestiones, ¿te resulta difícil lidiar con ellas? ¿qué recursos utilizas? ¿cuáles te dieron mejores resultados?

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